viernes, 20 de noviembre de 2009

...iNVieRNo...





Invierno. Era miércoles, pero sobre toda las cosas era su cumpleaños. Nadie entendía porque se sentía de esa forma. Su felicidad se veía opacada, su tranquilidad era atacada por la inquietud, en pocas palabras, Julián no era el mismo de siempre.

Sus padres trataron de animarlo con frases como: ¡Anímate, que hoy cumples 19!, o ¡Anda, que eres un chavo todavía, arriba ese ánimo! Pero nada sucedía, el joven seguía tirado en el sillón de su casa y nadie comprendía su preocupación.

A la tarde, solo una parte de sus pocos amigos vinieron a visitarlo, pero el solo se sintió mas afectado por la llegada de esas personas.

Pasado el día de su cumpleaños, Julián, continuo con su mal humor y un lunes decidió no contagiar a nadie más con su momento de malestar.

Aprovechó que era la siesta y que en su casa no había nadie. Se dirigió a su habitación, tomó un abrigo, se destinó a la repisa donde la madre había dejado la cartera y tomando apenas 5 pesos del bolso, salió a la calle con la idea de llegar a cualquier lado a pensar en lo que había pasado.

Ese día corría un viento helado en la calle, la gente escaseaba, el cielo estaba gris y unas pocas gotas bajaban desde ese sombrío lugar. Julián tomo la calle principal de su barrio que terminaba en la plaza del distrito. Antes de llegar a destino, paró en una tienda y pidió algo que siempre odió.

-Hola, me das un cigarro suelto por favor-dijo sin ánimos el joven.

Una vez adquirido, continuo caminando sin destino alguno, hasta que se topó con la plaza.

Decidió sentarse en un banco y prender el cigarrillo cuando recordó que no tenía fuego. Fue cuando el tiempo se paro para el.

Tomó el cigarro con su mano izquierda mientras lo miraba sin despegarle la vista.

La lluvia comenzaba a ser mas intensa. Arropándose un poco, se acomodó en el banco de la plaza y tirando el cigarrillo violentamente al piso, levantó la vista y dejó que las gotas de lluvia golpearan su cara sin parar.

Invierno. Era lunes y corría un viento helado en la calle, la gente escaseaba, el cielo estaba gris y unas pocas gotas bajaban desde ese sombrío lugar. Me levante como todos los días, preparándome para salir al mundo real y comenzar a trabajar. Salí de mi departamento asegurándome de cerrar bien la puerta. Me crucé al kiosco de la esquina y compre un paquete de cigarrillos.

Emprendí el camino a pie al trabajo, pero al llegar a la plaza, la lluvia se hizo más potente y decidí buscar resguardo como todas las demás personas que transitaban el lugar.

Al quedarme parado debajo del tinglado de aquella zapatería enfrente de la plaza, pude divisar a un muchacho de unos 18 años, sentado solo, mojándose, mirando el cielo, como en señal de esperanza, o de libertad.

Me senté en el escalón de la zapatería a esperando el final del temporal. Abriendo el paquete de cigarros, saque uno y lo fume mientras no le sacaba la mirada a aquel misterioso joven.

El aguacero cesó, justo cuando yo me terminaba el cigarrillo. La gente volvió a la normalidad, otra vez las calles comenzaban a poblarse.

No se porque razón, decidí cruzarme a la plaza y entablar algún tipo de conversación con aquel adolescente.

Llegue al banco, me senté a su lado.

Sacando nuevamente un cigarrillo, esperé comenzar yo la conversación, pero me equivoque; el joven me interrumpió.

-Vamos, dale al cáncer-

-Ja, yo me voy a morir de cáncer, pero tu te vas a morir de neumonía si te quedas así mojado- le respondí de inmediato.

El silencio se apodero entre nosotros por unos segundos. Hasta que el joven hablo:

-Eres idiota, no te sientes acá, esta todo mojado, se te va a arruinar el pantalón y seguro que si estas cerca mío se te va a arruinar la vida-

-¡¡Epa!! tan jodido estas-le dije con tono gracioso mientras le daba a mi Marlboro.

-No, no soy jodido, la vida me jodio- contesto el chico mientras unas lagrimas comenzaron a correr por sus mejillas.

Haciéndome el que no notaba sus lagrimas, le dije:-Que te puede pasar con...cuantos ¿18 o 19 años?

-19, malditamente recién cumplidos-contesto nuevamente mientras se secaba las lágrimas y se excusaba-Este viento de mierda que esta frío, me hace arder los ojos-.

-Toma, toma mi pañuelo-le ofrecí.

El joven, me miro raro y poniéndose de pie me pregunto en silencio.

-¿Eres gay, o violador?-y agregó- Te equivocaste conmigo-.

La pregunta me dejo sin voz, y cuando reaccione le dije:

-Tienes razón de desconfiar de mi, pero nada que ver, ni me la como, ni soy violador. Toma acá tienes mi tarjeta, soy vendedor de seguros. Vivo aca a tres cuadras, me llamo Daniel, 26 años... ¿y tu eres?-.

El muchacho, tomo mi tarjeta, la leyó, escucho mis palabras y contesto acomodándose nuevamente en el maltrecho banco de la plaza:

-Soy Julián, vivo a diez cuadras por la calle principal. Disculpa por lo de tratarte de violador, es que hay cada uno dando vuelta, que uno no sabe-

-Esta bien-le respondí

Para poder entablar una conversación, el chico me hizo un cuestionario para sacarme mentira / verdad. Me preguntaba cosas del barrio o algo por el estilo. Después de 15 minutos de preguntas “barriales” dije:

-Me vas a seguir preguntando o ya te convenciste que no soy ningún proxeneta.-

-Proxe… ¿Qué?- me dijo confundido.

-Nada. Cuentame ¿Por que te jodio la vida?-le dije al joven.

-Bueno, esta bien, me tengo que desahogar- y continuo hablando.

-Tú, ya tuviste 18 años alguna vez, y sabes que lo único que te importa a esa edad es joder.-

-Y si, pero...-le dije, pero el joven me miro y no me dejo continuar hablando porque me dijo.

-Mira chavo, yo te cuento, pero no me interrumpas, ¿va?-

-Ok- dije yo, dejándome dominar por un chico de 19 años, mientras por dentro mio pensaba en faltar al trabajo.

El joven prosiguió:

-Lo único que te importa es joder, pero no joder solo, es la edad cuando mas amigos tienes, eso lo se, porque no soy tonto, veo alrededor mío, veo a la gente de tu edad sola y ni hablar de la gente de la edad de mi padre, siempre esta sola.

Bueno en fin, yo no fui el mejor ser sociable que existió, pero, logre conseguir mis amigos y amigas.

Hace 5 meses, una amiga me invito a una fiesta, una fiesta demasiado “negra” por así decirlo. Lo que paso es que esa persona que yo consideraba una amiga me trajo, en plena fiesta, un vaso y me dijo “toma Juli, tomate esto con esta pastilla, te va a poner loco”.No me preguntes por que lo hice, la cuestión es que estuve 20 minutos desmayado en el medio de la fiesta, mientras los demás se me cagaban de risa.

Ahora si quieres interrumpirme-

Me quede pensando, y solo dije:-ahm, sigue, cualquiera puede tener problemas con las drogas y más a tu edad- al terminar esta frase, metí mi mano al bolsillo de mí saco y apretando el paquete de cigarrillos, destruí todo su contenido.

Lo mire y lo note avergonzado, decidí hablar yo:

-Hey, no me digas que por una fiesta te jodiste la vida-

-No, nada que ver, eso no es nada, te sigo contando- me dijo.

-Vas- le conteste arrojando el destruido paquete de cigarrillos al piso.

-Hace dos meses tenia un montón de “amigos”...hace dos meses-dijo con un suspiro y continuo- pero todos la mayoría me dejaron porque...bueno, por una mala jugada-.

Lo interrumpí de nuevo- ¿Cómo, no te entiendo?-

-Te explico, una amiga que yo quería mas que a mi vida no tuvo la mejor idea que venir y “ponerme el cuchillo en la panza” diciéndome: “Juli, me gustas mucho, no te gustaría que probáramos tener algo, no se”. Eso me callo como baldaso de agua fría, me confundió todos los sentimientos, yo sentía una amistad terrible, pero no se si era para tanto. Bueno la cuestión es que le dije que lo iba a pensar, pero ella se negó, quería una respuesta inmediata; y no tuve mejor idea que aceptar su propuesta.

Interrumpeme de nuevo, si quieres-

-Y...que quieres que te diga, estas muy chico, no puedes sentir lo que es el cariño todavía.-le dije.

-¡¡Ja!! Ves, ahí esta, como todos los viejos, me parece que ustedes no saben lo que es el cariño- dijo Julián con un tono muy elevado, mientras miraba repetidamente el piso.

-Esta bien, no te pongas así, sigue contándome, que te paso después- lo calme un poco.

-Bueno, la cuestión es que a esta chava, se le pelaron los cables y me corto a la semana, yo sin entender todavía muy bien, mas bien tratando todo como un juego, le dije que bueno, que no se haga problema y que todo volvería a ser igual.-

-Ya se, no me digas mas, no fue nada igual- le dije.

-Exactamente, nada fue igual. De concurrir a diario a su casa, fue comenzar a concurrir una ves por semana y jamás solo, siempre iva con uno o dos amigos, la cuestión es que de a poco ni siquiera hablábamos.

Una mañana, después de que pasaron 12 días sin ir a su casa, callo uno de mis únicos amigos pidiéndome acompañar al centro a esta chava y a el y allí termino todo por una pendejada mía.

Llegue y no la salude, y después de pasar media hora sin hablar, la lleve a un rincón y le dije todo lo que sentía.

Te juro que en ese momento me sentía tan liberado de todo, pero la chava reaccionó de otra forma. Se sintió presionada, se le llenaron los ojos de lágrimas y me dijo “no, no puedo volver contigo, no puedo, no eres lo mismo para mí” y soltándose de mis brazos, salió corriendo.

Yo me quede solo, en un rincón de una vereda, viendo como todas mis ilusiones se iban corriendo a la par de ella.

Me quieres decir algo o quieres que siga-pregunto Julián.

No tenia palabras, con un gesto en mi cabeza le indique que siguiera relatándome lo que le había pasado.

-Al otro día de ese pasaje, no se me ocurrió hacer otra cosa. Busque unas pastillas de mi mamá y me baje el frasco completo con un trago de tequila.

Pero con tan mala suerte, que justo llegaron mis viejos y después de estar 20 días en tratamiento toxicológico, es decir lavados de estomago y todo eso, me llevaron a un psicólogo.

La mayoría de mis amigos, se alejaron de mí, me tenían miedo. Me comencé a quedar solo, pero cometí el error de ocultarlo todo y a todos, hasta al psicólogo. Entonces explote, pero explote por dentro. Me levantaba todos los días tarde, no comía nada y tenia un humor de perros, hasta mi cumpleaños lo pase mal y prácticamente solo.

Bueno, esa es toda mi vida de mierda, que hasta hace dos meses era perfecta- finalizo el joven con un llanto desconsolante.

Ya se paso mi horario de trabajo, estoy todo mojado y tengo sobre mi hombro a un joven incomprendido y muy sufrido recién con 19 años. La verdad que uno no sabe lo que la vida le prepara, pero a este chavo lo había golpeado mucho y muy rápido.
Busque palabras de aliento, pero me encontré con muy escasas expresiones en mi cabeza que en ese momento estaba aturdida.

-Bueno Julián, ya esta, ponte pilas-trataba de animar al joven.

-Hey, no se que hacer, te juro que no le temo a la muerte, le temo a quedarme solo-me dijo Julián sincerizándose.

Eso fue justo el detonante que me llevo a convencerlo:

-Listo, no te vas a quedar solo, te lo prometo-le dije con una sonrisa.

Se seco las lagrimas y mas tranquilo me dijo:

-¿Que dices?-.

Poniéndome de pie, le estreche una mano y le dije:

- Soy Daniel, tu nuevo amigo, mañana te paso a buscar a las 6 para ir a tomar algo, pero ahora vete a tu casa que ya es tarde-

Al adolescente se le ilumino la cara. Me dio un abrazo y con un “gracias”, emprendió el regreso a su hogar.

Mientras lo miraba marcharse, saque el celular de mi bolsillo y marcando el numero de Natalia, mi novia, me disponía a contarle todo, cuando algo me detuvo el corazón. Solté el celular y salí corriendo, no podía creer lo que había pasado.

Invierno. Era lunes y corría un viento helado, el piso estaba todo mojado por la fuerte lluvia que había sacudido la ciudad. En la calle principal del barrio, aquella calle que topa en la plaza, hay un joven de unos 18 años aproximadamente, parado, saludando con la mano extendida hacia adelante con dirección a la plaza.

Por la misma calle viene circulando el colectivo número 50 a toda velocidad, con destino al parque de la ciudad. El conductor advierte al muchacho parado en la carretera, clava los frenos lo mas que puede, pero la vía esta muy mojada, el colectivo resbala casi 20 metros golpeando mortalmente al muchacho que estaba parado en la calle.

Dos minutos después un joven de unos 25 años aproximadamente se acerca al cuerpo del joven ya sin vida.

La lluvia torrencial azota nuevamente a la cuidad.