martes, 17 de agosto de 2010

Vivo de la esperanza...y la realidad está matándome

Es increíble como un día al parecer y por decirlo de alguna forma que muchos puedan o podamos entender, "ordinario", no "normal" aclaro, y por esto me refiero a que no va a ocurrir algo que nos sorprenda, una pequeña gota de este líquido amarillo y tan dulce, que se presenta tan ambiguo, hablo de la esperanza, puede iluminarnos todo, el presente, construimos un futuro a partir de ésta, y le da un sentido o razón a nuestro pasado.

Podemos llegar a creer, por ilusos supongo, que todo está bien y que solo va a mejorar. Pero basta con solo dejar un poco al tiempo transcurrir, dejarlo que madure la realidad, para que todo rastro de esperanza que aún quede dentro de nosotros desaparezca,deje de existir, abandone en su totalidad y con creces nuestra carente de buenos momentos vida. 

Y al igual que las drogas y el azúcar, después de la euforia, se produce inversamente proporcional a ésta, una depresión.


¿Qué pasaría si erradicamos nuestra capacidad de sentir o crear esperanza?, ¿No erradicaríamos también la depresión consecuente?

Lo único que sé al respecto es que la esperanza solo me ha lastimado hasta ahora, ¿qué hago mal?, no lo sé, dejaré de sentirla, ya no me dejaré llevar por el ímpetu que aveces ocasionas.

No me molesta el silencio, lo que me molesta es que no digas lo que quieres decir, no te comas tus ideas, tus pensamientos, tus sueños y ganas de hacer las cosas, dilas, hazlas. Soy estúpido, no idiota, me doy cuenta de mucho, de eso que termina lastimándome.

*
-¿Que te de otra oportunidad?, dime, ¿Cuantas te he dado?.
-No entiendes, esta vez si lo haré, cambiaré, necesito cambiar.
-¿Sabes que?, no me importa, haz lo que quieras.

Aunque por dentro las ganas de que esta vez si fuese en serio y realmente cambiara llenaron cada rincón y extremidad de su cuerpo, apropiándose de sus latidos, lo dejó.

Ya en su coche y camino a casa, pensaba, o mejor dicho, divagaba, se imaginaba la promesa cumplida, realmente había cambiado, y ahora eran felices, o al menos ella lo era y él sabía disimularlo bien, la armonía reinaba en su relación, todo parecía perdurar.

Cuando volvió en si, tenía lágrimas en los ojos, detuvo el coche abruptamente, regresaría a darle su apoyo, a ayudarlo a cambiar, finalmente, lo amaba con todo su ser, y se encontraba a solo cinco minutos de su casa.

Mientras regresaba, siguió imaginando, disfrutaba tanto eso, y no podía esperar a verlo hecho realidad.

Aparcó frente a la casa, la luz de la cocina se encontraba encendida, tal como lo había dejado, sonriendo, subió las escaleras, tocó la puerta, entró y notó un ambiente muy tranquilo que le erizó la piel, se dirigió a la cocina y ahí estaba él, con una soga que se dirigía de su cuello al techo, balanceándose cual péndulo, frío y mirando el vacío.




*

Nunca sucederá lo que esperamos, mucho menos veremos cumplir nuestros sueños.

Buena noche.

...llena los sentidos...

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