jueves, 3 de febrero de 2011

En tus recuerdos vivirás...

Esta helada tarde de febrero que decidió salir de su casa para no regresar. Se encontraba más cercano a sus pensamientos que a su realidad. Se dejó guiar por sus piernas, se dejó guiar por sus deseos. No sabía hacía a donde se dirigía, ni se imaginaba por donde caminaba o por donde había caminado. Solo se estaba dejando llevar. Solo estaba gozando en sus pensamientos.

Solo estaba abrigado por un viejo abrigo color café, que su padre le había regalado tres días antes de que falleciera. Habían sido cuatro largos meses en un hospital, nadie descubrió nunca la causa de su muerte, solo sabía que ya no estaba con él, que a su lado nunca se pararía de nuevo, que sus brazos no lo apretarían contra su pecho nuevamente para darle calor. Ahora solo le quedaba esa vieja chamarra como sustituto de su calor paternal.

Después de la muerte de su padre, y sin conocer a su madre, quedó a la deriva, bajo las manos manipuladoras de Deborah, la pareja de su padre. Ella nunca se interesó por él, nunca mostró aprecio o algo que le inspirara un poco de confianza. Solo se mostraba interesada en sacar de su padre todo lo que le fuese posible.

Eso, y que sufriera el maltrato diario de ella, lo llevó a tomar lo poco que le quedaba, y salir. No para escapar, solo quería llegar a sus sueños. A ese sueño recurrente que desde pequeño había tenido. A esa promesa que nunca le prometieron.

Ahora estaba en la acera, acompañado por sus pensamientos, entre ellos sus sueños, sus deseos y la esperanza que tenía de llegar a ellos.

Sintió una mano sobre su espalda, era un individuo que llevaba a cuestas varios años ya, lo podía ver en su cara. intentó hablarle, pero este lo interrumpió con un gesto para que callara. El individuo tomo algo de su bolsillo, era una fotografía, se la entregó con una sonrisa, y sin decir nada, se marchó y desapareció entre los callejones y la oscuridad.

Ahora, se daba cuenta de que había oscurecido, y con la tenue luz que emitía el farol pudo observar la fotografía. Era el individuo y su padre, en los rostros de ambos se dibujaba una sonrisa y parecían disfrutar de su mutua compañía. Ahora que lo observaba, el individuo era una mujer y despertó en él cierta familiaridad.

Este hecho lo hizo adentrarse aun más en sus pensamientos, pero ahora en sus recuerdos, estaba seguro que la había visto antes, pero, ¿en dónde?.

Divagando, comenzó a caminar por las calles vacías de aquel pequeño pueblo, comenzó a correr, no sabía porqué lo hacía, solo sabía que lo estaba haciendo. El frío y la humedad se unieron para abrazar su pequeño cuerpo, lo cual lo hizo temblar y darse cuenta de que el abrigo no sería suficiente.

El sueño se apoderó de él en una banca del pequeño parque. Pronto se encontraba durmiendo, entrando por la gran puerta que dibujan los sueños. Pero pronto se daría cuenta que ese sueño era nuevo, nunca había visto algo así, era una escena nueva para el pequeño libro que muchos llaman vida. Podía reconocer a su padre, y a ese pequeño que cargaban entre sus brazos él y esa persona hermosa que ahí se encontraba. "Soy yo", murmuró, "pero, ¿quién es ella?", al terminar de preguntárselo, la respuesta se dibujó en su mente, era su madre.

En seguida, despertaba poco a poco, o eso creyó, hasta que sintió calor, un calor nada común, un calor que nunca había sentido...y después...su corazón...se apagó...

Había muerto...


...llena los sentidos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario